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CHOI

MINHO

 

Dicen que los caminos son inescrutables, Y, con ellos, asimismo lo son los devenires y las eventualidades para cada ser mundano que habita en la tierra. No obstante, también afirman que cada uno posee un propósito por el cual es traído al mundo. Esa es una cuestión que, a menudo. me he hecho a mí mismo. 

¡Oh! Casi lo olvido.

Mi nombre es Choi Min-Ho y te invito a conocer mi historia.

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Historia

Infancia

 

( .   .   . )

Durante su niñez, vivía rodeado del cariño que su padre le profesaba, habitando ambos en la zona más norteña de Incheon. Nada había alegrado más al mismo que saber que tendría un hijo años atrás, pese a que tal nacimiento se cobrase la vida de su progenitora durante el parto, dado su previo y débil estado físico y la suma de extenuación y esfuerzo insuperables para la fémina. No obstante, aquesta no feneció sin antes poder obsequiar con la que sería primera y última mirada al recién nacido, embriagándose en aquellas orbes café del menor que acababa de traer al mundo. Conectándose en una efímera despedida, el rostro de la mujer quedó grabado en las retinas de su hijo, aunque este apenas lograse siquiera recordarla eventualmente.

Con todo, a la edad de cinco años, su padre, Choi Kyung, quien era hombre de influencias y reconocimiento internacional en el mundo de las artes marciales, decidió que había llegado el momento de inculcar dichos conocimientos a su hijo, hecho que, dada su escasa edad, creyó que sería lo más parecido a una aventura. Como solían decir, las bestias son domadas con mayor simpleza cuando apenas perciben o padecen aquello que les rodea. Y eso era algo que el menor no demoraría en descubrir ulteriormente.

Siendo insaciablemente instruido, su padre aguardaba tornarlo en una vívida imagen de sí mismo; varón que no claudicaba ante ninguna adversidad. Un lobo aullando a la luna hasta que los cimientos del manto celeste se resquebrajasen en su alarido para que, en un futuro, tales cargas y demandas, al igual que prestigio, le fuesen heredados.

De ese modo, durante ocho prolongadas, arduas y nefastas primaveras, este se vio envuelto en múltiples enseñanzas y torneos menores en los que su padre lo inscribía, obligándose a sí mismo a alcanzar las metas impuestas en pos de satisfacer a aquel que lo había criado, aprendiendo de su mantra y su poderío. El único coste se acabaría convirtiendo en algo más que meras magulladuras o hematomas, pues si algo terminó por quebrarse en el más joven, fueron los escombros de su cordura. El ring era su campo de batalla y los contrincantes eran las liebres que devoraba.

Mas con el tiempo, se haría la tan ansiada incógnita: ¿era aquello realmente vivir? ¿Complacer a un progenitor y actuar según cargos impuestos que no había elegido poseer? Pesquisas arduas, hasta descubrir que sus intereses se encontraban puestos en algo más peculiar, algo que realmente se había percatado necesitaba experimentar desde lo más profundo de su ser: las artes escénicas.

Se abstraía en los sonidos, cada uno de ellos culminando en notas y melodías que su mente conformaba con presteza, como si danzasen en el interior de su cerebro.

Tragando día y noche cuando su padre no estaba diferentes shows y programas, un pálpito acabó arraigando en su corazón; esa necesidad de dedicarse a la interpretación, iniciándose de forma autodidacta a escondidas en sus ratos libres mediante ensayos autoimpuestos hasta conseguir una audición por la que fue elegido para interpretar una película con el papel protagonista.

No obstante, nada perduraba eternamente, ni tampoco las evasiones hacia aquel con el que convivía.

Al enterarse de ello su padre, en un arrebato de ira, intruso puñetazo dirigido al rostro del menor fue capaz de romperle el tabique nasal, impidiéndole de ese modo participar en guión el por el que tanto había trabajado, considerándose grave lesión en la que estaría a un suspiro de perder el sentido del olfato.

Tras su recuperación, repudiado, su progenitor no meditó por vez segunda el arrojarlo a la calle.

"Si tanto te ilusiona ese trabajo de maricones, veamos cuánto aguantas por tu cuenta."

Tales fueron las últimas palabras que su padre le dedicaría.

Y el último contacto con la lucha para Min-Ho.

Adolescencia

( .   .   . )

El sino era hostil y, en ocasiones, se empecinaba por arrebatar todo cuanto alguien poseía, destruyendo los cimientos de su guarida interna para convertirse en un títere de las consecuencias. Sin embargo, era en dichas circunstancias cuando algunas personas solían sentirse libres. Un sable de doble filo. Quizá haber cedido al ennegrecido manto celeste que lo subyugase en el abrazo de Morfeo hasta no despertar hubiera sido una opción sensata. Mas una mano que le fue tendida impediría la debacle.

Actuando en la calle para conseguir algunas monedas, con el tiempo, el menor descubrió su pasión no solo por la interpretación, sino el canto, creando armonías con su voz que embelesaban a aquellos que pasaban a escucharle unos minutos. Y quizá el destino quisiera sonreír eventualmente cuando, al ser descubierto por un productor, este le ofreció la posibilidad de presentarse en su compañía juvenil a la edad de quince años. O, al menos, hasta que descubriera las sobresalientes capacidades de este para dicho puesto. Lo que habría sido en un inicio algo efímero, acabó por acarrear un contrato de profesión.

 

En poco tiempo, logró hacerse un hueco relevante en el mundo de la farándula, no solo como actor de papeles menores, sino mediante su propia voz, participando en programas de distinta índole hasta convertirse poco antes de su mayoría de edad en un reconocido idol y actor.

¿Cuánto perduraría aquella fantasía hecha realidad?

El tiempo, impostergable, no cesaba en transcurso. Ni con este los acontecimientos en torno al menor.

Últimos años

( .   .   . )

Los años proseguían, y con estos, las exigencias y las responsabilidades se habían cobrado gran parte de la salud mental de Minho, quien tras una extensa etapa apenas carente de una luz a la que clamar en esperanza, imbuida por un hercúleo estrés y carencias afectivas, descubría cada vez más el lado oscuro de aquel lugar. Y, sin embargo, tal hecho no mermaba su pasión por dicho trabajo, aunque en primera instancia lo hubiese asimilado como una ruta hacia un jardín repleto de flores.

¿Por qué tanta corrupción inundando los deseos de jóvenes como él? ¿Acaso no merecía disfrutar de aquello que amaba en auténtica libertad?

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